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Tu forma de pensar define quién eres y cómo actúas. Desecha los malos pensamientos para tener una vida dichosa en el Señor.
Los pensamientos son parte de nuestra esencia como seres humanos. Tener la capacidad de pensar es un regalo de Dios hacia nosotros que somos sus criaturas más preciadas. Por lo tanto, es importante analizarlos y dominarlos.
Todo lo que el hombre hace tiene su origen en un pensamiento. Escoge lo que quieras, cualquier invento, creación y teoría, desde las más elementales como el descubrimiento del fuego, hasta las exploraciones del espacio exterior han nacido de un pensamiento. También los eventos más terribles son consecuencia de una idea que se concretó. El Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial que exterminó a millones de judíos y las peores armas de destrucción masiva son producto de la mente y voluntad del hombre. Los pensamientos tienen un inmenso poder.
Eres lo que piensas
En Proverbios 23:7 leemos: Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Este versículo nos confirma que somos lo que pensamos. Hablamos, sentimos y actuamos conforme nuestros pensamientos y la suma de ellos es lo que todos perciben de tu persona. Alcanzas los objetivos que tu mente permite. Para ser mejores cristianos debemos mejorar nuestros pensamientos. Tu país necesita ciudadanos que piensen y actúen con excelencia.
Un pensamiento es como un pollito que se gestó dentro de un pequeño huevo. Cuando nace y sale a luz ya no hay nada que lo pueda parar. Inevitablemente tiene consecuencias de pecado o éxito, dependiendo de su naturaleza.
Filipenses 4: 8 nos comparte: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
La Biblia es clara y nos enseña qué pensamientos deben ocupar nuestra mente. Solamente lo verdadero, honesto, puro, justo y amable debe tener espacio en nosotros. Si piensas en algo injusto serás injusto, por el contrario, serás honesto si tus pensamientos lo son. Te conviertes en lo que piensas. No hay posibilidad de equivocarse, la Palabra nos orienta y ayuda. Mi esposa sabiamente se apoya mucho en este versículo. Cada vez que le consulto, ella me responde: “si lo que tienes en mente no es puro, justo y verdadero, ni siquiera lo pienses, no pierdas tu tiempo”.
Sin embargo los pensamientos surgen en nuestra mente y es fácil dejarse dominar por aquellos poco constructivos. Hay dos tipos de pensamientos, los buenos y los malos. La clave está en aprender a controlarlos. El Señor le apunta a nuestros pensamientos porque sabe que ser mejores depende de ellos. La mente de Dios, lo que Él es y cree para nosotros está en la Palabra, aliméntate de ella.
Los pensamientos están dentro de cada uno, no los vemos pero Jesús los conoce. Por el contrario, el diablo no tiene acceso a ellos, él debe esperar a que surjan para conocerlos, atraparlos y utilizarlos para destruirte. Una vez coincidí con un familiar de mi esposa y su acompañante femenina en un lugar público. Al principio él no me vio, pero yo sí podía observar sus gestos y expresiones de cariño. Intrigado los seguí e hice evidente mi presencia, esperando su reacción. Cuando reparó en mí, de inmediato se acercó y reconocí a su esposa. Me avergoncé de haber pensado y juzgado mal, así que en mi interior le pedí perdón. Tiempo después recibí una cucharada de mi propia medicina. Soy muy cuidadoso de no ministrar a ninguna mujer sin la presencia de otra persona. Evito las situaciones que puedan ser mal interpretadas. Aún así, las oportunidades de malos pensamientos se dan. Cierta vez, mi hermana me invitó a desayunar a un restaurante muy concurrido para compartirme algunas cosas. Mientras conversábamos, ella empezó a llorar. Cuando yo la consolaba noté que un miembro de la iglesia, muy sorprendido, nos veía con insistencia. Así que de inmediato fui a saludarlo y a presentarle a mi hermana para evitar confusiones.
Dale siempre a todos el beneficio de tu mente positiva. Alégrate del éxito del prójimo, no seas como las personas mezquinas que se llenan de amargura por la prosperidad de los demás. Erradica los malos pensamientos de tu mente.
Para pensar bien
Romanos 8:5 dice: Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
Los pensamientos tienen que ver con la presencia o ausencia del Espíritu. Entrégale tu cuerpo y mente al Señor para ser una persona que piensa y vive por Él y no por la carne.
Mateo 15:19-20 recuerda: Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias que contaminan al hombre.
La otra clave está en tomar conciencia de lo que habita en tu mente, además de comprender que junto a un mal pensamiento hay otro bueno. Ambos están puestos en ti y tienes la capacidad de controlarlos. Un asesinato puede detenerse porque nace en el corazón y mente de alguien. Antes de manifestarse puede ser atrapado y desechado. Recuerda que tanto los pensamientos buenos como los malos nacen en el mismo lugar. El consejo es no dejar salir los malos y liberar solamente los buenos.
La palabra pensamiento viene de la raíz “shaár” y significa “actuar como portero” que en inglés se dice “doorkeeper”. En otras palabras, dentro de tu mente puedes actuar como portero.
En Efesios 4:23 leemos: y renovaos en el espíritu de vuestra mente.
El Espíritu de Dios puede ser tu “portero”. Si así lo quieres, debes renovar tu mente y fortalecerla en el Señor. La iglesia es una escuela de buenos pensamientos. Cada vez que te alimentas de la Palabra debes ser capaz de cambiar y mejorar tu forma de proceder.
Pensamientos cautivos
2da. de Corintios 10:4-5 dice: porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
En tu corazón y mente se libra una fuerte batalla entre los buenos y malos pensamientos. Lucha por ganar ese territorio de tu ser interior para Cristo que te dio la capacidad de poner en cautiverio aquello que no te hace crecer. El objetivo es erradicar los malos pensamientos y dejar ese espacio solamente para los buenos.
El arma infalible es tener puesta la mente de Dios y tomar Sus pensamientos. Somete las malas ideas y cautívalas para que no salgan, enciérralas bajo llave y con candado. Además, libera las buenas ideas que tienes guardadas. Si estás enfermo y quieres salud, piénsalo para lograrlo. Si adoptas al Espíritu como tu portero y lo alimentas con la Palabra ganarás la batalla, tú tienes la llave de tu mente, entrégasela.
Pensamientos positivos
Mateo 9:20-21 dice: Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.
Ella liberó su pensamiento de sanidad y fue salva. La diferencia entre la salud y enfermedad, la pobreza y riqueza está en tu mente. Demuestra tu fe y libera tus pensamientos positivos. Sólo creyendo lograrás todo lo bueno que Dios tiene guardado para ti.
En Proverbios 21:5 leemos: Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.
Piensa en ser próspero, bueno y sano. Tu mente tiene la capacidad de convertir lo malo en bueno. Tus hijos y tu matrimonio serán buenos si lo piensas así. No dejes que la idea de crisis te domine. Siempre hay oportunidades para mejorar. Acorrala y encadena tus malos pensamientos, no los alimentes y morirán sin afectar a nadie. La Biblia dice piensa en abundancia y ésta vendrá. Los buenos pensamientos se comparten, los malos se desechan.
1ra. de Corintios 2:16 dice: Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
Tú y yo tenemos la mente del Señor y nuestros pensamientos deben ser los de Él. No lo olvides, ponle candado a tus malos pensamientos. Es difícil pero los frutos no se harán esperar.
Abre tus ojos y mira al cielo, pídele al Señor que alimente tu espíritu con Su Palabra y sea el guardián de tu mente para obtener la victoria. El pensamiento correcto es depender totalmente de Dios. Entrégale tu vida para que renueve tu mente.
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