lunes, 13 de abril de 2009

FE


La fe
I

Todo aquello que la fe nos enseña, está fundado sobre la autoridad de la palabra divina.
Todo cuanto propone la Santa Iglesia a los fieles como objeto de su creencia, lo ha recibido del mismo Jesucristo.
No puede caer en el error, el que lleva por guía a la misma verdad; y así no hay cosa más puesta en razón, que someter nuestro entendimiento al suave yugo de la fe divina.
II

¿De qué sirve la fe a un cristiano, si no le sirve de regla para enderezar sus costumbres?
Grande necedad es dudar de la verdad de una doctrina que Dios ha revelado; que ha sido sellada con la sangre de tantos mártires; que ha sido confirmada con tantos milagros; y que tantas veces han confesado los mismos demonios.
Pero mayor necedad, y aun locura, es creer con certidumbre que esa doctrina es verdadera, y vivir como si se dudase, si es verdadera o falsa. Como los demonios creen, los que no viven según las verdades que tienen por ciertas.
III

La fe, pues, ha de ser para mí, de hoy en adelante el principio de mis acciones, y la regla de mi vida. Todo cuanto ella condena, yo desde ahora lo condeno absolutamente, y para siempre, a pesar de todas las repugnancias de la naturaleza.
En todas las circunstancias de mi vida, he de oponer las máximas del Evangelio a las máximas del mundo.
¿Qué dice el mundo? Que debo seguir mis inclinaciones, dar gusto a mis apetitos, evitar toda molestia... ¿Qué dice Jesucristo? Todo lo contrario. ¿Y cuál de los dos tiene razón, Jesucristo, o el mundo?

Da gracias a Dios, ora diariamente, como si hicieses una profesión solemne de la fe.
tomado de pensamientos cristianos

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