martes, 14 de diciembre de 2010

Que hay dentro de ti

Las circunstancias te afectan solamente si permites que influyan en tu interior.

Que hay dentro de ti

Todo lo que llevamos dentro fue programado por nuestros padres, la escuela, quienes nos cuidaron, la universidad, la vida, la adversidad o las circunstancias favorables. Esto me recuerda el proceso de formación de los diamantes. Gemas muy cotizadas en el mundo, pero de origen sencillo. Los diamantes son carbón mineral de las profundidades de la tierra que absorbe energía durante millones de años. Cuando es extraído, no tiene color ni valor, pero es sometido a presión y calor para darle forma como el material más duro, cuyo nombre significa “indestructible”. Es decir que el carbón opaco y negro llega a transformarse en piedra preciosa. Cuando la piedra se encuentra semitransparente se le llama “diamante en bruto” porque hay que trabajarlo, pulirlo para encontrarle las facetas que proyectan la luz. Toda la naturaleza nos habla de la creación.

Los diamantes son raros, no se encuentran fácilmente. Los que pueden extraerse han llegado a cierta profundidad relativamente cerca de la superficie, gracias a una erupción volcánica. Luego de extraerse de las entrañas de la tierra, el carbón debe someterse a factores de transformación. ¿Qué te ha formado?, ¿qué tienes dentro? Si la vida te ha dado forma con presión y calor, seguramente es porque hay un diamante en tu interior.

Lo que contamina

Marcos 7:15 asegura: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.

Nos contamina lo que tenemos dentro. Es un poco confuso, pero la Palabra dice que nada de lo externo puede contaminar. Entonces, ¿porqué nos asustamos de las noticias y los factores externos? Cuando lees el periódico hasta te cambia el color y tu rostro palidece. Cuando nos levantamos gozosos, seguros de que lograremos grandes cosas porque Dios está proveyendo, alguien te llama alguien para darte malas noticias y te da el “patatus”, te asustas y deprimes.

Los factores externos no nos contaminan, son nuestros sentimientos y actitudes los que permiten que lo de fuera nos influya y domine. Yo le pedí al Señor que me aclarara esto porque ciertamente, hay cosas de fuera que afectan. Entonces, me dijo: “te afecta porque lo dejas entrar”. Con estas palabras comprendí la diferencia y descubrí que lo que dejamos entrar nos transforma en algo bueno o malo.

Nuestro Señor espera que todo te bendiga, prospere, sane y convierta en una persona valiosa. Eres afortunado si estás en medio de una tormenta porque esas circunstancias te pulen como un diamante, limpian las impurezas y te hacen una obra de arte que refleja luz. Dios pone dentro de ti algo fuerte, genuino y poderoso porque desea reflejarse sobre alguien a través tuyo. De esa forma se cumplirá lo que dice la Biblia, nos pondrá sobre la mesa, seremos luz y no estaremos por debajo, sino por encima. Tener influencia en alguien o algo depende de lo que llevamos dentro. Purifiquemos aquello que nos impida ser lo que Dios quiere.

Marcos 7:20Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.

Todo lo malo y también lo bueno está dentro de cada uno.Ese problema de adulterio no es culpa de una mujer que se interpuso en el camino de la relación, es culpa de la persona que dio paso al pecado. No eres víctima de las circunstancias, tú decides lo que piensas y haces. Déjate influenciar sólo por lo bueno y santo. Si eres renovado, las circunstancias externas no deben dominar tu vida.

El Pastor Cash dice que todo depende de ti. Nacer en un hogar cristiano no te hace salvo, sólo te hace conocedor del Señor, la decisión de aceptarlo en tu vida es tuya. Estar en un garaje no te convierte en carro. Tus circunstancias no te determinan. Estar sentado en la iglesia o el grupo, no te garantiza que Dios esté dentro de ti, si no le has entregado tu vida. Debes darle tu corazón enteramente al Señor si quieres que tus resultados sean de bendición. Permite que te transforme.

David, el que mató a Goliat era un hombre valiente y temeroso de Dios. Honraba a su padre, mataba osos y leones, pero dejó que algo de afuera entrara en él. Entonces dijo en el Salmo 55:4: Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído.

Cuando el corazón se desprotege, queda vulnerable a la angustia y abre la puerta para que cualquier factor externo te domine. Un corazón adolorido es presa fácil para el diablo que lanza dardos para lastimarte. Entonces, surgen las dudas, te preguntas porqué sientes esa depresión y tu ánimo es como un sube y baja de emociones. Esto sucede porque hay un corto circuito en tu interior. No sabes si eres carbón o diamante.

El mismo David dijo en el Salmo 42:5: ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Cuando llega la angustia, no podemos dormir y sufrimos de ansiedad. Esto no debería suceder porque lo externo no puede contaminarte. Al comprenderlo, dije: “No me importa lo que digan las noticias, no permitiré que la circunstancia me contamine porque mi corazón será renovado por el Señor”. Ahora hago lo que David hacía, presento mis conflictos delante de Dios para que me ayude a encontrar soluciones. David no era perfecto, sólo sabía pedir consejo al Señor. Cada vez que tenía una duda, peguntaba, buscaba lo que la Palabra tenía para él.

En el Salmo vemos que habla de su futuro de alabanza ya que sabía que lo venidero era mejor que lo presente. Nuestro futuro es mucho mejor en Cristo Jesús aunque lo externo diga lo contrario. Cree en la Palabra. Nada externo puede gobernarte si tienes al Señor en tu corazón.

Elementos para fortalecer tu interior

En el Salmo 51:10 David pide: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.

Espera en Dios. Nuestro corazón se renueva y fortalece con la fe. Debemos creer lo que no es como si fuese porque todo es posible para nuestro Señor. La confianza en Él nos refuerza para tomar una consistencia dura que soporta cualquier presión. Ser cristiano no te aleja de lo externo, pero garantiza que no te afecte.

Limpia tu corazón. Los diamantes más valiosos son los que tienen menos impurezas. Son clasificados por su peso, color, corte y claridad. A mayor transparencia y menor cantidad de rastros de carbón, más valor. Solamente los que se caracterizan por su pureza y limpieza son usados como gemas preciosas para sellar compromisos matrimoniales o coronar a la realeza. Lo mismo sucede con los cristianos. Solo quienes se mantienen en santidad son utilizados por Dios.

Los diamantes que tienen impurezas son utilizados para perforar pozos. Prácticamente regresan a su lugar de origen. La presión de hoy, lo que te atribula es la oportunidad para formar algo precioso. Dios lo hará si lo crees.

El Salmo 122:7 da esperanza: Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios.

Busca la paz y descanso que dan los caminos del Señor. Ve a la Palabra para ser formado como piedra preciosa. Dios desea darte fortaleza y reposo porque te acompaña en todo lo que emprendes.

Salmo 147:11 asegura: Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia.

Todos esperamos renovar lo que llevamos dentro, gracias a Su misericordia. Eres una piedra preciosa en proceso de fortalecerte. Olvida el dolor y la angustia, entrégale tus cargas al Señor.

Salmo 147: 13 también confirma: Porque fortificó los cerrojos de tus puertas; bendijo a tus hijos dentro de ti.

Cierra tu puerta por dentro. No permitas que entre nada que te robe la paz del Señor. El diablo podrá patearla para que le abras pero no logrará entrar porque no tiene manija por fuera. Hecha llave a las angustias y sé libre de los factores externos que te contaminan, evitando que vivas plenamente en Cristo.

Eclesiastés dice que es don de Dios disfrutar del fruto del trabajo. Tienes la capacidad de ser feliz. Todo depende de ti. Cualquiera puede hacer riquezas pero disfrutarlas es don de Dios. La alegría no viene de las circunstancias, sino del interior. La Palabra dice “me alegraré”, es decir, yo decido ser feliz y sonreír. Ni siquiera Dios se mete en eso, porque es la parte que nos corresponde. Si le cierras la puerta al Señor y se la abres al mundo, vivirás como un carbón y terminarás “quemado". Si quieres terminar con honra y largura de días, si anhelas que te vaya bien en todo lo que emprendas, deja entrar a tu corazón sólo aquello que Dios tiene para ti.

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