viernes, 19 de septiembre de 2008

PREPARESE PARA UN LIDERAZGO EFICAZ

PREPARESE PARA UN LIDERAZGO EFICAZ
Por Pr. Cesar Castellanos

"Quien da lo mejor de sí para ayudar a su gente, ha allanado el camino para que a sus seguidores les sea más fácil alcanzar el éxito"
C.C.D.


Todos anhelamos el éxito, pero hay que buscarlo. San Pablo dice: "Todos corren en el estadio, pero uno solo se lleva el premio". ¿Cuántos ministerios que están al servicio de Dios verdaderamente han aceptado con coraje su responsabilidad, y han decidido luchar por encontrarse entre los más destacados? O.S. Marvin dijo: "El éxito no es nunca una donación, es una conquista".

Cuando empecé mi vida ministerial fueron muchos los jóvenes que ingresaron al ministerio al mismo tiempo, pero en la medida en que pasaban los años, veía cómo varios de ellos se iban quedando en el camino. Pude darme cuenta de que, quienes quedaban rezagados, era porque se sentían fracasados antes de empezar. Aquellos que han perseverado se caracterizan por su fuerte espíritu de optimismo, su gran entusiasmo y su poderosa relación con Dios.

El líder debe ser un soñador

Dios hace del líder un soñador. Esto significa que sus ojos espirituales son abiertos y Dios le revela ese mundo espiritual dándole visión y equipándolo, y no descansará hasta no ver culminada su obra. Sé que la visión de los doce es la visión de Dios para el nuevo milenio, llevándolos a un crecimiento acelerado que se verá reflejado en la multiplicación. Usted debe empezar a soñar con esa proyección, captar espiritualmente lo que anhela, y aplicar los procesos señalados en la visión para que esos sueños se hagan realidad.

Este ha sido uno de mis más grandes sueños: que cada persona que haya tenido un encuentro personal con Jesucristo, en cualquier parte del mundo, forme parte de un grupo de doce. Que cada pastor, sin importar la denominación para la cual trabaje, establezca grupos de doce en su congregación. Cuando Dios nos dio la visión del modelo de los doce, en el año 91, vino una oxigenación a toda la iglesia y desde entonces hemos entrado en un crecimiento, tanto de células como de miembros, de una manera extraordinaria; y era emocionante el hecho de que algunos, aunque no lo entendían muy bien, no se desalentaban, y se esforzaban por entenderla. La perseverancia ha permitido tanto fruto, que el adversario se asustó con la visión y quiso quitarnos del camino a fin de que ésta se debilitara y desapareciera, pero él no contaba con que: "El hombre de Dios es inmortal, hasta que haya cumplido su propósito en esta tierra".

Cuando un líder entra en el mundo de los sueños, guiado por el poder del Espíritu Santo, Dios lo lleva a grandes realizaciones a fin de que cumpla con el propósito para el cual lo ha llamado.

Aprendiendo a soñar

Todos tenemos sueños que equivalen al anhelo de conquistar algo que nos parece imposible, o que sabemos que nos demandará mucho tiempo; pero aunque alguien logre alcanzar sus propios sueños, esto no produce la plena felicidad, ya que el ser humano nunca se conforma, siempre quiere más. Sin embargo, cuando usted tiene un sueño que proviene de Dios, este le hace a usted completamente diferente a los demás pues, ha logrado interpretar los anhelos del corazón de Dios, y de éste modo puede lanzarse a conquistar aquello que para otros es quizá una locura. Algunos interpretaron el sueño de Dios para sus vidas llevando una existencia de abnegación, sacrificios y pobreza; pero el sueño que verdaderamente proviene de Dios, produce paz, bienestar, seguridad y felicidad, y la persona siempre ve el fruto de su trabajo. Este sueño lo saca de lo común, de lo ordinario, y lo lleva a escalar dimensiones completamente diferentes, porque usted, por haberle creído a Dios, tiene el valor de hacerlo, de convertirlo en realidad. De este modo, entra a proyectarse como una persona de éxito, sin detenerse ni desalentarse ante cualquier clase de crítica pues, nada tiene que preocuparle mientras esté realizando lo que Dios le ha confiado.

Cuando conocí el anhelo del corazón de Dios para mi vida, entendí que El quería todo lo mejor para mí y entré en ese nivel de fe que me ha ayudado a encontrar mi lugar en el cuerpo de Cristo.

Haciendo nuestros sueños realidad

Los sueños grandes y nobles son el material con el que entretejemos nuestro futuro. El hombre que anhela el éxito debe quedar tan impregnado de una visión como la mujer embarazada, quien, aunque no está viendo el desarrollo de su bebé, se preocupa por prepararle todas las cosas que necesitará cuando nazca. Del mismo modo, cuando tenemos un sueño, una visión dada por Dios, no debemos dejarnos influenciar por las circunstancias, sino hablar de esa visión como algo ya nuestro. Es soñar con algo que ya en nosotros es una realidad.

La visión debe estar acompañada de la certeza de que es el propósito de Dios para nuestra vida, y ponerse en evidencia ante los demás confesándola día y noche hasta sentir que ésta arde como una llama poderosa en lo íntimo del corazón. La persona que recibe una visión, no debe descansar hasta ver realizado cada sueño. Por ejemplo, la visión que tuvo el Señor Jesús fue edificar su iglesia, y para ello escogió a doce hombres, los cuales entrenó por tres años y medio, logrando reproducir su carácter en cada uno de ellos; llevándolos a que experimentaran lo que es en sí un verdadero encuentro con El pues, de este proceso se desprendería lo que el Señor denominó: la edificación de la iglesia, y las columnas que soportarían el peso del edificio, vendrían a ser los doce apóstoles. Si fijamos por un momento los ojos en la manera como el Señor entrenó a sus doce, encontraremos que es el método más eficaz que pueda existir: trabajar profundamente en las personas que luego tendrán que soportar todo el peso de la obra.

El poder de la visión, referida al modelo de los doce, me hizo comprender la gran bendición que hay al desarrollar un liderazgo bien estructurado a través de esta estrategia. En la revelación que Dios me dio, me dijo: "Si entrenas doce hombres y viertes en ellos todo lo que te he dado, y haces que ellos se reproduzcan cada uno en otros doce, y éstos en otros doce, lograrás cuidar a cada persona de la iglesia".

Compromiso total

El éxito es el resultado de nuestro compromiso con Dios. Cuando Dios da un sueño, es nuestro deber que utilicemos todas nuestras fuerzas sin desmayar por un solo momento hasta alcanzarlo. Después de aquella palabra dada a mi vida por el Señor, pude notar que en mi mente se había producido todo un cambio, y que era una persona completamente diferente, por fin sentí que sí podía ser pastor de una gran iglesia. Al inicio de este nuevo desafío, me desbordé a ministrar continuamente a las personas con diversas necesidades, dedicando un promedio de catorce horas por día; la noticia empezó a ser difundida rápidamente pues, cada quien veía la respuesta a sus necesidades; día a día el número de personas aumentaba, y yo tenía que redoblar mis fuerzas, recortando aun hasta mis días de descanso, hasta que empecé a sentir que estaba cayendo en el agotamiento; yo pensaba que esto era compromiso. Pero Dios me hizo ver que el compromiso con el sueño dado por El no es trabajo intenso solamente, sino trabajo estratégico, y que aunque Dios da la visión a un hombre, la obra solo se puede desarrollar cuando se logra involucrar de una manera estratégica a cada uno de los miembros de la iglesia. Esto me llevó a entrenar personas que me pudiesen ayudar a ministrar a la gente; así, todos los que tuviesen alguna necesidad de consejería, o de oración especifica por un milagro, podían acudir ese día de la semana para ser ministrados. Gracias a Dios por los colaboradores en el ministerio pues, pude ver que con aquellos veinte creyentes que había entrenado hacía un mayor y mejor trabajo que el que lograría si yo hubiese continuado haciéndolo todo.

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