¿Cómo debe comportarse una pareja de novios cristianos?, hay quienes recomiendan una abstención total del más mínimo contacto físico, esto significa no a los besos, no a las caricias, no a los abrazos y no a tomarse siquiera de la mano. Los hermanos que recomiendan tal tipo de abstención lo hacen con la idea de evitar que los novios sean tentados a caer en el pecado de la fornicación, ya que lamentablemente la estadística muestra que cada vez más parejas de novios practican las relaciones sexuales sin siquiera llegar al matrimonio en el futuro. El hermano Calvin en su estudio titulado “El noviazgo Cristiano” relata lo siguiente: “La primera vez que los novios se toman de la mano, es una experiencia maravillosa. La satisfacción es inmensa. ¿Cómo puede ser posible que esta experiencia tan exquisita sea pecado? Pero al pasar el tiempo, uno desea ir más allá del estar simplemente tomados de la mano. Seguramente hay algo que traerá aún más satisfacción. Se besan. Ahora el estar tomados de la mano parece juego de niños en comparación al agrado que les trae un beso. Pronto se besan más seguido, y por tiempo mas largo. Luego quieren aún más, pero por supuesto sin cometer fornicación. Se abrazan. Luego los abrazos son más fuertes y apretantes. Lo que siente uno por el otro es inexplicable. Para demostrar su afecto uno por el otro en esta manera tan personal, se encuentran solos más y más. Al pasar el tiempo no se dan cuenta que ya no hablan tanto uno con el otro, porque el contacto físico les trae más satisfacción. Hasta ahora, los novios no se han puesto límites, excepto la fornicación. Pero al encontrarse solos, excitados por este contacto físico sin barreras, es casi imposible que eviten caer en la trampa favorita de Satanás” el pecado de la fornicación”.
Ciertamente debemos reconocer que aquí narra un proceso muy lógico en el cual muchos jóvenes experimentan cuando no tienen dominio propio.
Por otro lado hay quienes creemos que la relación de noviazgo es una etapa para conocerse mutuamente y para compartir buena parte de su vida y experiencias, donde si es aceptable el contacto físico que significa tomarse de la mano, besarse y compartir caricias tiernas en un marco de absoluto respeto primeramente a Dios, en el perfecto entendimiento que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (I Corintios 6:19) y por lo tanto no debe ser mancillado, en este tipo de relación no deben existir los besos apasionados, ni las caricias sensuales que provocan la mutua excitación y mucho menos el escarceo sexual.
La relación sexual, como don de Dios al ser humano, está reservada para el matrimonio que es la única forma bendecida por Dios, y debidamente registrada en las sagradas escrituras cuando se escribe acerca de los deberes conyugales (I Corintios 7:2-5).
La Palabra de Dios nos enseña que huyamos de las pasiones juveniles (II Timoteo 2:22), Pablo a Timoteo le dijo: “ten cuidado de ti mismo” (I Timoteo 4:16a), sabemos que Satanás trabaja arduamente para hacer caer a la pareja de novios, por ello es necesario vestirse de la armadura de Dios y resistir a Satanás (Efesios 6:11-18), hacer acopio del espíritu de dominio propio con que nos ha dotado el Señor (II Timoteo 1:7) y estar siempre firmes en Su Palabra.
Mis hermanos que recomiendan la abstención total de todo contacto físico, no están mal en su recomendación , Pablo dijo, “bueno le fuera al hombre no tocar mujer”, “pero por causa de la fornicación, mas vale casarse que estarse quemando” (I Corintios 7:1 y 9), El apóstol sabía perfectamente la debilidad humana por nuestra naturaleza sexual (leer sexualidad), sin embargo a quienes han decidido no tener ningún tipo de contacto físico, bien hacen, y quienes si están de acuerdo en tenerlo, no hacen mal, siempre y cuando sea dentro de un marco de absoluto respeto y temor de Dios.
Es importante por lo tanto, que tanto el Joven como la Señorita, estén primeramente comprometidos con Dios, y muy conscientes de su responsabilidad para con El y no mancillar su comunión con el Creador al ser dominados por su carne, es decir que no deben hacer algo que sea motivo de pecado ofendiendo al Señor y a ellos mismos, terminando por ser infieles a su Salvador.
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