lunes, 1 de junio de 2009

Apelando al amor
Como líderes, siempre debemos apelar al amor, porque cuando el amor nos motiva produce poderosa obra de transformación

Texto Bíblico base: Filemon 8 y 9

Esta es una de esas situaciones que, desde la perspectiva de nuestra sociedad, libre del comercio de esclavos, parece presentar la más clara y sencilla resolución. Como cristianos, creemos que la esclavitud es inaceptable en cualquiera de sus manifestaciones, sea laboral, económica o racial. Nuestra seguridad, no obstante, tiene mucho que ver con la ausencia visible de esclavitud a nuestro alrededor. En otros temas tales como el divorcio, el vivir de préstamos o el materialismo desenfrenado, nuestras convicciones tambalean, pues son temas que forman parte integral de nuestra cultura.

La esclavitud en el siglo primero también era parte de una realidad cotidiana. Las persona que poseían aun modestos medios económicos eran dueños de al menos un esclavo. Es importante tomar conciencia de esto, porque nos ayudará a entender lo radical del gesto del apóstol Pablo. Defender a un esclavo que había escapado de la casa de su amo, una ofensa penada con la muerte, era una postura que resultaría incomprensible a la mayoría de las personas. Produciría una reacción similar a la que un cristiano, hoy, podría despertar al afirmar que el divorcio es una opción inaceptable para los que están en Cristo. No obstante, el apóstol, movido por una ley mucho más fuerte que la ley romana, apela a Filemón a que despliegue una actitud de gracia y perdón hacia el esclavo que había perdido.

La intención de este devocional es reflexionar sobre la forma en que el apóstol realizó esta petición a Filemón. No sabemos con certeza el momento en que Filemón conoció a Pablo, pero parece muy probable que el apóstol haya sido una pieza clave en su conversión. La inversión de Pablo en su vida debe haber sido intensa y, quizás, prolongada. El apóstol le escribe, a manera de recordatorio «por no decirte que aun tú mismo te me debes también.» Es a este punto que Pablo se refiere en el versículo de hoy. La posición de autoridad espiritual que tenía con respecto a la vida de Filemón le daba derecho a Pablo, en Cristo, de ordenarle que hiciese tal como le estaba indicando. El apóstol no solamente creía que le pertenecía esta facultad, sino que confiaba que, de usarla, Filemón le obedecería.

Pablo optó, sin embargo, por no recorrer este camino. En lugar de esto, efectuó su petición usando como argumento solamente el amor que unía la vida de ambos hombres. Nos deja una importante lección sobre la manera en que un líder insta a los suyos a la obediencia. Las órdenes impuestas tienen que ser siempre el último recurso que usa un pastor. Tienden a producir resentimiento y a levantar resistencia porque, entre adultos, se entiende que el diálogo es siempre la mejor opción. Pablo quería evitar que un posible resentimiento se canalizara luego hacia la vida de Onésimo. Apeló al amor, porque cuando el amor nos motiva produce poderosa obra de transformación en nuestras vidas. Es, siempre, el camino más excelente.

Para pensar:
Apelar al amor presupone una relación entre líder y seguidor. Ninguna apelación tendrá resultado si esta relación no existe. La prioridad del líder debe ser cultivar esta relación. Es una inversión que en el futuro dará su buen retorno.

Autor: Christopher Shaw. Producido y editado por Desarrollo Cristiano Internacional para DesarrolloCristiano.com. Copyright ©2009 por Desarrollo Cristiano, todos los derechos reservados.


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