sábado, 6 de junio de 2009

Cuatro preguntas

Cuatro preguntas

Todos formamos parte del cuerpo de Cristo y debemos luchar por la unidad de la iglesia.

Nuestra iglesia latinoamericana está dividida. La fragmentación es un cáncer que nos inunda. Cada uno de nosotros funcionamos en forma única y el esfuerzo comunitario es importante para alcanzar las naciones para Cristo.

Juan 17: 20-23 dice: Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

El mundo no cree porque hablamos de unidad, perdón y amor pero no lo vivimos. El evangelio debe predicarse y vivirse diariamente. Dios no pide que seamos iguales, pide que tengamos unidad. Para descubrir las dificultades que implica hagámonos cuatro preguntas:

¿Cuándo entenderemos que somos distintos?
1ra. de Pedro 4:10 habla: Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.

El plan divino es que tengamos diferentes formas de ser, trabajar, pensar y expresarnos. El mismo Creador nos hizo a todos, tanto a los altos y delgados como a los gordos y bajitos. Nuestro Señor es un Dios de variedad, multiforme en su gracia y hay que celebrarlo. Ni siquiera adoramos de la misma forma. Unos se postran y gritan, otros no. Evita juzgar a las personas diferentes. Somos como una orquesta sinfónica donde cientos de músicos con diferentes instrumentos se unen para interpretar la misma melodía. Tanto los violines como las trompetas son necesarios. Levantemos un sonido sinfónico para adorar.

¿Cuándo entenderemos que tenemos distintas capacidades?
1ra. de Corintios 12:5-6 nos comparte: Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

Tenemos dones diversos. Puedo hacer cosas que otros. Oremos porque el Señor nos de la honestidad de encontrar el método que será efectivo para llevar nuestra comunidad a Sus pies. Por mucho que quiera, no predico como el pastor Cash Luna porque soy único.

1ra. de Corintios 12: 15-16 dice: Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?

Encuentra tu lugar. Tus dones son diferentes a los de otros, no son mejores ni peores, son complementarios así que gózate de ellos. Hay muchos métodos para llevar las almas a Cristo y al final todas funcionan. Es como comer con cuchara o tenedor, se logra lo mismo pero de forma diferente. Tus capacidades te equipan para cumplir tu llamado personal.

¿Cuándo entenderemos que nuestra congregación es sólo una parte de lo que Dios está haciendo?

En 1ra. de Pedro 2:5 leemos: Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
Hay cuatro iglesias: la universal a la que todos pertenecemos, La regional como esta latinoamericana donde tenemos grandes desafíos. La local que está en cada congregación y es donde se identifican más problemas de unidad porque no es fácil dar gloria a Dios por lo que sucede en otras iglesias dentro de nuestra misma ciudad. La cuarta iglesia es la personal. Dios la edifica porque todos somos pastores y profetas que Él debe usar. Es arrogancia decir que mi iglesia es la única porque Él se sirve de todas en diferentes formas. A tu alrededor hay preciosos miembros del cuerpo de Cristo que debes valorar y bendecir. Es necesario que nos esforcemos para que el mundo crea que Jesús es la única respuesta. Pídele que te ayude a trabajar en favor de la unidad, como Él y el Padre son uno.

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