lunes, 6 de julio de 2009


Pastores Mendoza durante la predica.
El poder del "no" y la promesa del "sí"

Cuando aprendes a obedecer el “no” del Señor te preparas para que te diga “sí” a cuanto le pidas. Las bendiciones vienen si te niegas a la tentación.

Tuve la oportunidad de ministrar a una pareja que decía que era muy difícil no poder dar a los hijos lo que desean o necesitan. Pero es imposible satisfacerles completamente porque siempre quieren más de lo que podemos darles. El papá me decía que su hija quería ir a Pollo Campero hace mucho tiempo y no había podido llevarla. Entonces le dije que no se afligiera porque si pudiera llevarla allí, seguramente le pediría ir a otro lugar más caro. Siempre hay algo que no podemos obtener.

Con mi esposa estamos conscientes de las cosas que no podemos darle a nuestros hijos y de la infinidad de veces que utilizamos la palabra “no”. Constantemente decimos: “no brinques, no hagas, no te pelees con tu hermano”, pensamos que es negativo, pero decir no para educar es positivo, de lo contrario Dios no lo haría. Sabiamente mi esposa me dijo: “¿Te has dado cuenta que Dios no tiene todo lo que desea? Él desea que todos sean salvos, pero no es así”. Siempre llega el momento cuando nos privamos de algo.

Es importante aprender sobre el “no”. De los 10 mandamientos, 9 prohíben algo utilizando dicha palabra. 1. Yo soy el Señor tu Dios, no tendrás dioses delante de mí. 2. No te harás imagen o escultura. 3. No tomarás el nombre de Dios en vano. 4. Acuérdate del día de reposo. 5. Honrarás padre y madre. Este es el único que sin un “no”. Los últimos cinco mandamientos son: no matarás, no adulterará, no darás falso testimonio, no codiciarás a la mujer de tu prójimo. Dios pone limitaciones a nuestra vida y quien aprenda a respetarlo vivirá en santidad, de lo contrario se arriesga a morir. Para Él un “no” es una prohibición, para nosotros es un desafío que deseamos evadir. Lo prohibido es tentación. Si te dicen que no toques algo, seguro te picarán las manos por hacerlo, nos gusta jugar con fuego. Por eso se ven letreros de “no tirar basura” frente a un basurero y de “no orinar aquí” en un baño público.

La reacción de las personas frente al “no” es variada. Hay madres que tratan de educar a sus hijos diciendo “no” pero al final ceden. Entonces, el “no” pierde su significado, los niños aprenden que pueden negociar y logran lo que quieren si hacer un berrinche o insisten de alguna forma. Por eso tu “no” debe tener credibilidad y ser consistente. Dios no responde a los berrinches. Tal vez tu padres fueron alcahuetes, pero cuando Dios dice “no” es no.

La obediencia

Si aprendes el poder del “no” te sucederás cuatro cosas: Primero, tendrás la capacidad de ser santo. Segundo, tendrás el poder del contentamiento porque aprendes a disfrutar lo que sí posees. Tercero, tendrás un corazón agradecido porque aprecias lo que puedas recibir. Cuarto, vives en gracia. Recuerda sólo la justicia abre las puertas a la misericordia.

Dios pide que obedezcamos sus mandatos. Los da Deuteronomio 5 y en los versículos 6 y 7 enumera los motivos para obedecer. Primero porque es nuestro Dios y por lo tanto le debemos obediencia. Ese motivo debería ser suficiente para que dijéramos “Tú ordenas y yo obedezco”. Segundo, debemos obedecerle por gratitud. Él nos salvó de la esclavitud y nos rescató del pecado. Tercero, cumplió el pacto y nos introdujo a la tierra prometida. Es como si dijera: “Te hice mi hijo ahora obedéceme”. Cuarto, debemos obedecerle porque así nos garantizamos que todas las bendiciones continúan hasta que sobreabunde. Quinto, si no obedeces, te irá mal. Dios dice: “Todas estas cosas que le pasaron a los egipcios te pasarán si no me obedeces a mí”. Sexto, Él dice que si le obedecemos tendremos justicia y paz en nuestra nación. Es imprescindible obedecer a Dios para alcanzar la paz. Séptimo, hay que obedecer porque formamos parte de un pueblo santo y somos su tesoro especial. Si te das cuenta, estas razones que nos da, son las mismas que le damos a nuestros hijos cuando les pedimos obediencia, les decimos: “obedéceme porque soy tu papá y sin mí, ¿dónde estarías? Porque si obedecer estarás bien y te irá mejor, de lo contrario te irá peor. Porque viviremos todos en paz y porque te amo”.

Dios no debería convencernos de ser obedientes. Claramente nos dice no robarás, no mentirás y no toques a una mujer ajena. Así que obedécele sin más explicaciones.

Los mandatos

En Génesis 2: 15-17 leemos: Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

El Señor pone el árbol del bien y del mal en medio de todos los otros permitidos porque quería que Adán y Eva ejercieran el dominio propio sobre algo a lo que les había dicho “no”. Pero entonces aparece el diablo a provocar con sus mentiras. Le dijo a Eva que si comía de ese árbol prohibido abriría los ojos y sería como Dios. Igual sucede ahora, si coqueteas con una mujer que no es tu esposa, el diablo te dice que todo está bien, que nada malo sucederá. Pone las prohibiciones como cosas sin importancia que sólo te ciegan e incomodan. Intenta persuadirte para que pienses que tus malas acciones no tendrán consecuencias. Entonces te confías y piensas que pecar no es malo porque luego puedes arrepentirte y con pedir perdón a Dios solucionas todo. Hay personas que toman dinero que no es suyo y dicen que luego lo devolverán. Creen que la mentira y la codicia no traerán desgracia pero se equivocan. Cuando eres soltero el diablo te persuade a que tengas relaciones sexuales con tu novia, por el contrario, si eres casado la tentación es negarte a tu cónyuge, la idea siempre es llevar la contraria a los mandatos de Dios y limitar las bendiciones que puedas recibir.

Aquellos que no creen en la firmeza del “no” de Dios, tampoco creerán en la firmeza del “sí” que ofrece. El “sí y no” de Dios no son negociables. Su Palabra es como roca sólida. Así que la próxima vez que seas tentado, di “no” con toda seguridad. La gran mayoría de pecados se cometen no por ignorancia de la ley de Dios, sino por restarle importancia.

Las promesas

2da. Corintios 1:20 dice: porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

Los mandatos de Dios dicen “no”, pero sus promesas dicen “si”. Así como dice no robaras, también dice que te prosperará. Dios promete un “sí” a quienes respetan Su “no”. Cuando vas delante del Señor y le pides una promesa, Él dice que en Cristo Jesús su respuesta es “sí”. Si le pides que te prospere conforme a Sus riquezas en Cristo Jesús y has respetado en darle Su parte es seguro que la respuesta será afirmativa. Él quiere que vivas en abundancia con Su bendición y multiplicación cuando aprendas a respetar los límites que te impone.

La Biblia dice que la tentación viene de acuerdo a lo que seas capaz de soportar. Significa que a mayor estatura espiritual, mayor tentación. Aprende a decir no frente a las posibilidades de pecar. Por ejemplo, siendo un buen cristiano puedes sentirte atraído por la mujer ajena que es linda y te valora. El diablo es astuto y seguro la pondrá frente a ti justo el día que tengas algún disgusto con tu esposa y estén distanciados. Entonces puedes pensar que no tiene nada de malo que le des un beso. Ese gran estafador que te induce al pecado nunca te mostrará las consecuencias negativas. Dice la Biblia que Jesús mismo fue tentado, así que no solo te entiende sino que también es capaz de brindarte el oportuno socorro frente a la tentación. Si le pides ayuda y fortaleza, Él te dará la salida para que huyas del pecado.

Guárdate de tentación, para poder postrarte delante de Él y pedirle que cumpla Sus promesas. Una de ellas puede ser encontrar a la mujer idónea que sea corona para tu cabeza. Cada vez que oras con la confianza de haber respetado Su “no”, ten por seguro que estás tocando la puerta del cielo. Una oración en santidad te lleva a otra dimensión del mundo espiritual donde la bendición de Dios está al alcance de tu mano.
Así que es seguro que la mujer de tu vida aparecerá y estarás convencido de que es un regalo de Dios. El que halla esposa, haya el bien y encuentra la benevolencia del Señor. Además, te proveerá para casarte con ella sin remordimientos, celos y con el corazón limpio.

Si respetas el “no”, podrás recibir el “si” en todo cuanto anhelas. La Escritura dice que si oyeras la voz del Señor para poner por obra sus mandatos, todas esas bendiciones te seguirán y te alcanzarán. También dice que serás bendito en todo lo que hagas, en tu canasta y tu cesta de amasar, será bendito el fruto de tu vientre, de tu ganado, de tu tierra y tu granero. El enemigo que venga contra ti por un camino, huirá por siete diferentes. El Señor te abrirá su gran tesoro, te pondrá por cabeza y no por cola, darás prestado y nunca pedirás, porque la bendición te seguirá.
Si sabes decir “no” cuando Dios te lo pide, llegarás a las puertas del cielo y las bendiciones aumentarán. Entrégale tu vida para ser libre y poder aceptar el compromiso de obedecerle. Prométele respetar cuando diga “no” y creer cuando diga “sí” porque en Él eres bendito.


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