miércoles, 29 de julio de 2009

Ratitos de Incoherencia

La gente no sabe sentirse feliz. Por la razón que sea algo siempre termina esos estados de ánimo y paz. La felicidad es tan frágil que se echa a perder con sólo una mala noticia.

Aprender a ser felices es una tarea que normalmente leemos en los autores entrados en años casi imposible. Todos coinciden en que les faltó tiempo para un sin número de cosas que los hubiera llenado de alegría.

No escapó a la regla… por supuesto. Mi mayor lucha de carácter es aprender a disfrutar de todas las épocas, climas, números en las cuentas bancarias o realizaciones personales. Me cuesta muchísimo admitir que me va bien. Talvés por la falsa idea de no ser completamente feliz si a alguien más le va mal. La compasión no tiene que ver con eso. No vamos a solucionar los problemas de la gente con sentirnos mal. No podemos ayudar a un alma triste desde la tristeza.

Es cierto que la vida moderna no tiene muchas cosas por las que sentirse orgullosa. También es verdad que estamos llenos de errores, faltantes y cosas por lograr. Y que si no nos realizamos en la vida difícilmente alcancemos la plenitud.

Pero también es cierto que la vida no camina… vuela. Que los años pasan más rápido que nuestros sueños, y que si no hacemos algo con el poquito tiempo que nos regalaron seguramente lo echemos a perder.

Pero en el afán de cumplir nuestras metas perdemos de vista nuestro bienestar. Nuestro corazón pasa casi a un segundo plano por la sencilla vanidad de sentirnos exitosos. Tan básico es nuestro razonamiento que nos hace creer que así seremos felices.

Y después de pensarlo mucho, me doy cuenta que mi felicidad casi no conoce mis metas. Que mis momentos de alegría están tan alejados de mi economía, logros, metas u objetivos que a veces rompe mis estructuras.

¿No te diste cuenta que las cosas más lindas de la vida no tienen código de barras? No pudiste ver que hay gente que entre sus imágenes felices sólo tiene un pastito donde acostarse, un mate y la brisa del río armando la escena de sus sueños?

Y que del hombre que sólo sueña dejar de trabajar para dedicarse a sacar peces del agua? o ¿La señora que dejaría todo por lo que es reconocida sólo para atender sus plantas, o pintar esos dibujos olvidados?

La felicidad es hacer lo que uno ama, sea ridículo a los ojos ajenos o no. La felicidad es pasar el tiempo con lo que amamos y nos aman. No creo que esta fórmula tenga más elementos que estos. Talvés el dinero o el supuesto éxito sumen. Talvés el reconocimiento de la gente, que es como el pan de los artistas, aporte. Pero estoy seguro que todos tenemos lugares felices donde estar, sólo que no tenemos tiempo para escaparnos allí.

Dios nos permita a todos encontrar, entre la montaña de ocupaciones que nos tocan todos los días, esas cositas que nos generan olvidos placenteros. Que nos transportan a un mundo secreto, íntimo, lleno de locuras que no le mostraríamos a nadie. Pequeños actos que nos hacen ser plenos.

Por mi parte, quizás en este lugarcito, talvés esté consiguiendo un poquito de lo que busco. Ojalá encuentres tus incoherencias y las lleves adelante, te vean o no, y seas muy feliz.

El tiempo y el dinero no pueden contra nosotros cuando somos felices. Pierden su poder, su voz de mando se esfuma. Cuando somos felices nada más importa.


No hay comentarios: