miércoles, 12 de agosto de 2009

Hacia una Iglesia renovada

Brain McLaren, músico, escritor, conferenciante y pastor, es un destacado mentor de pastores y líderes cristianos involucrados en la fundación de iglesias, también ha trabajado intensamente en el desarrollo de redes de ministerios cristianos junto a otros líderes cristianos innovadores, pensadores y activistas.

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Brian McLaren (1) , músico, escritor, conferenciante y pastor, es un destacado mentor de pastores y líderes cristianos involucrados en la fundación de iglesias, también ha trabajado intensamente en el desarrollo de redes de ministerios cristianos junto a otros líderes cristianos innovadores, pensadores y activistas. La publicación TIME Magazine lo señaló como uno de los veinticinco líderes evangélicos de mayor influencia en los Estados Unidos de América. En sus conferencias y libros cubre diversidad de temas tales como posmodernidad, evangelización y liderazgo, misión global, formación espiritual, alabanza y adoración, diálogo interreligioso, ecología y justicia social. Gracias a la invitación de la iglesia Comunidad P.A.S. (2) , Apuntes Pastorales conversó con él.

Una entrevista a Brian McLaren


AP – ¿Por qué surgió una iglesia emergente?

BM – La pregunta es interesante porque yo, en realidad, no hablo de la iglesia emergente. Lo que realmente se está desarrollando es una «conversación emergente». Y es una conversación entre denominaciones, pastores y teólogos, y también entre artistas y filósofos.

AP – Entonces, ¿podría mencionar algunas características que distinguen a esa «conversación emergente»?

BM – Establezco esa distinción porque observo mucha división dentro de la Iglesia. Lo que sucede, usualmente, es que la gente comparte sus ideas y las otras personas, entonces, se pronuncian a favor o en contra. Las nuevas ideas toman tiempo para sacarles punta, lo cual se logra solo a través del diálogo y el intercambio del pensamiento de cada uno.

En los últimos diez años he tenido la oportunidad de visitar varios países. Y ha sido extraordinario ver cómo esta «conversación» ha emergido en diferentes continentes. En mucho se parecen entre sí, pero también guardan algunas diferencias. Se observa un cambio generacional, y eso es común en todo el mundo. En el norte eso se llamaría el cambio de una generación moderna a una posmoderna, y en el sur diríamos, más bien, de colonial a poscolonial. En ella se encuentran muchas maneras diferentes de ver el mundo y además distintas formas de expresar nuestra fe cristiana.

Si el evangelio no se enfoca problemas globales, este vendría a ser, más bien, como en un tipo de escape de la realidad.

Creo que la conversación que ahora está emergiendo, en realidad, muestra por un lado la esperanza, pero... también, por otro, tiene elementos que causan dolor. Y el lado doloroso de esta conversación tiene que ver con hablar de aquellas cosas que no están funcionando. Por ejemplo, en muchos lugares del mundo la iglesia evangélica está creciendo muy rápido, pero en cambio la sociedad, como un todo, en realidad está decayendo con la misma velocidad. Entonces la gente se pregunta, ¿no se supone que el Evangelio debería producir un fruto consecuente con su mensaje en la cultura y en el mundo y en la sociedad? Entonces, la frustración crece, y algunas personas, incluso, están enojadas. Pero una vez que mastican ese malestar, empiezan a abrigar una nueva esperanza, una nueva visión.

Para mí resulta muy interesante estar acá en Costa Rica, porque muchos de los líderes del pensamiento de este movimiento son de Latinoamérica. Por ejemplo, René Padilla, si no me equivoco él lleva más de treinta años de estar hablando de estos temas.

AP – ¿Podría afirmarse que la conversación emergente es un movimiento que procura cambios radicales como los que alcanzó la Reforma protestante?

BM – Un amigo en Estados Unidos tiene una observación muy interesante. Él señala: «Cada quinientos años la Iglesia sufre un gran cambio. En el año 500 d.C (476), cayó el Imperio Romano. En el año 1000 (1054), hubo un cisma entre el Este y el Oeste. En 1500 (1517) se llevo a cabo la Reforma. Pero estos dos últimos cambios resultaron en una división notablemente marcada dentro de la Iglesia».

Considero que sí necesitamos un cambio, pero no con los resultados de esos últimos dos. El cambio que necesitamos debe traer conversación entre católicos, protestantes, evangélicos y pentecostales. Sé que significa un cambio profundo y de mucho contenido teológico; pero jamás debe ser una protesta que traiga separación.

AP –Se observan varios factores de la conversación emergente relacionados con la Teología de la Liberación. Por ejemplo, el cambio social, la ruptura con lo tradicional, la educación liberadora —de Pablo Freire—, la participación en la comunidad, y por supuesto, su poco énfasis en la liturgia tradicional. ¿Hasta qué punto la Teología de la Liberación ha influenciado el pensamiento del movimiento?

BM – En Estados Unidos la frase Teología de la Liberación tiene dos acepciones. Una es marxismo cristiano, y la otra, apunta a lo que tú te refieres, que se enfoca especialmente en los problemas sociales. En ese sentido he leído mucha literatura de la Teología de la Liberación. La influencia de esta teología sobre mí va más allá que el simple nombre de liberación. Por ejemplo Jürgen Moltmann, un teólogo alemán muy famoso en el mundo, él fue muy influenciado por la Teología de la Liberación. Igual que Walter Brueggemann, quien es uno de los académicos más importantes y únicos en los Estados Unidos, la Teología de la Liberación y los afroamericanos ejercieron una influencia significativa sobre él.

De aquí veo un cambio en mí, de lo colonial a lo poscolonial y de lo moderno a la posmoderno. Un joven de las generaciones de hoy en día se siente más como un ciudadano del mundo. Los problemas vividos tanto en el Congo como en Irak ellos también los sienten como propios. Entonces, si el evangelio no se enfoca en ese tipo de problemas, este vendría a ser, más bien, como en un tipo de escape de la realidad.

AP – Uno de los cuestionamientos que los críticos de la conversación emergente le han dirigido al movimiento aduce que su énfasis está en las relaciones interpersonales y que de esa manera se limita el crecimiento espiritual, ¿hasta qué punto eso es cierto?

BM – Si uno excluye de las relaciones interpersonales el crecimiento espiritual, entonces no es un verdadero seguidor de Jesucristo. El crecimiento espiritual se desarrolla a través de la relación con el vecino. Más bien, ese énfasis ha permitido que la gente profundice más su fe hasta una relación más cercana con el Señor.

Considero que mi don espiritual es la evangelización. Me encanta hablar. Y yo acepto la invitación de cualquiera que me invite a hablar de Jesús.

AP – La conversación emergente es ecuménica. ¿Hasta dónde ha llegado su compromiso ecuménico?

BM – Muchos evangélicos se definen en contra de lo que ellos llamarían «los liberales». Y muchos liberales se definen así en reacción contra los «evangélicos». Y lo único que consiguen estos grupos es distanciarse cada vez más uno del otro. Pero en cierto momento alguien reconoce «yo necesito algo que ellos tienen», y el otro también advierte, «yo necesito lo que ellos tienen». Entonces los evangélicos se dan cuenta de que los católicos y los liberales están interesados en los temas de la justicia social, y nosotros no tenemos de eso. Y los liberales dicen, «ellos sí oran. Nosotros necesitamos el poder del Espíritu Santo».

Considero que mi don espiritual es la evangelización. Me encanta hablar. Y yo acepto la invitación de cualquiera que me invite a hablar de Jesús. Y sé que algunos dirían «no deberías hablarle a ellos».

AP – Mucha gente de la Teología de la Liberación en América Latina se está preguntando por qué los pentecostales y muchas iglesias católicas están ahora involucradas en la búsqueda de la justicia social.

BM – Este es un hecho sobresaliente, e interpreto que es fruto de la conversación emergente. Hace dos años los miembros de la Red Miqueas (3) se reunieron en México, e invitaron de España a un teólogo católico de la Teología de la Liberación, Johannes Metz. En la concurrencia estaban presentes muchos pentecostales y evangélicos. Metz, quien es ya bastante anciano (90) empezó a llorar y dijo: «Hace cuarenta años cometimos un gran error, confiamos en los marxistas, cuando, más bien, debíamos haber dialogado con los pentecostales. Él hacía esta declaración como un teólogo católico de la liberación, por lo que su confesión resultó muy reveladora.

AP – ¿Qué aspectos del liderazgo son importantes en la conversación emergente?

BM – Todos estamos de acuerdo en que el liderazgo es algo contextual. Entonces, de acuerdo a tu contexto requieres un tipo de liderazgo que responda específicamente a él. Ilustraré este concepto con una historia. En cierta oportunidad dialogando con unos académicos chinos que no eran cristianos me compartieron muchas de sus inquietudes sobre la Biblia y el Evangelio. Ya para finalizar, una mujer de ese grupo que era un científica me dijo: «Quiero agradecerte por habernos ayudado. No nos has dicho qué debemos creer sino cómo. Porque en nuestro país cuando alguien nos dice qué debemos creer ya sabemos que es un mentiroso». Vivimos en un país con políticos corruptos y propaganda deshonesta. Y muchos líderes religiosos también son corruptos. Entonces, mientras en el pasado muchas cosas eran símbolo de autoridad y de verdad, hoy, más bien, comunican un significado contrario. Cuando yo era pequeño, decíamos que si el predicador gritaba duro, elevaba mucho el volumen para hablar, estaba diciendo la verdad. Ahora, más bien, decimos que si tú necesitas gritar es porque tu mensaje no es suficientemente bueno. La gente anda buscando transparencia y autenticidad.

AP – ¿Qué aspectos de la cultura pretenden cambiar?

BM – Escribí un libro sobre este tema, Everything Must Change: Jesus, Global Crises, and a Revolution of Hope (4) (Todo debe cambiar: Jesús, crisis global y una revolución de la esperanza, todavía no se ha publicado en español). Existen dos áreas, de las muchas otras, en las que yo considero que necesitamos el cambio. Vivimos en una cultura que ha perdido la santidad. Todo se ha convertido en un producto. Entonces tenemos que redescubrir lo que es sagrado, lo que es santo. Hace unos veinte años, cuando era pastor —hace tres años todavía lo era— mi intención era ser divertido y que mis comentarios fueran pertinentes a la cultura actual. Pero me di cuenta de que la gente de afuera que visitaba a la iglesia estaba buscando algo diferente. Por ejemplo, a un comediante se le encuentra en cualquier lado. Y de hecho uno no es tan simpático. Y no existe ningún otro lugar aparte, que no sea la iglesia, donde la gente pueda aprender de Dios. Así que, en realidad, lo que la gente busca es conectarse con Dios.

Entonces, ese sentido de lo sagrado tenemos que extenderlo hacia nuestro contexto, nuestro gobierno, hacia el ecosistema y el ambiente. La gente busca una vida espiritual que genuinamente la cambie a ella como persona.

AP – ¿Cuál sería el proceso deliberado que una iglesia conservadora debería seguir para convertirse en una iglesia que practica la conversación emergente?

BM – Yo no veo que esto suceda muy a menudo. Lo que sucede es que se inician nuevas iglesias. Las iglesias antiguas inician una reunión nueva o aparte. Lo interesante es que a los grupos que así se reúnen no les gusta describirse como iglesia. Eso tiene muchas acepciones detrás. También he visto que la gente empieza a leer libros, y a conversar entre ellos sobre temas que les inquietan. Pero sucede que a muchas iglesias esta conversación las atemoriza.

¿Cómo crear un espacio donde la gente se sienta segura y puedan ser honestas, y quizá exponer sus dudas y preguntas, sin que todo mundo quiera brincar sobre ellos y responderles sin tratar de arreglarlos? Por lo general esto sí puede darse en lugares como la mesa del comedor. Creo que un cambio que perdura en el tiempo es aquel que tarda en llegar. Y no necesariamente lo llevará a cabo un programa.

Vivimos en una cultura que ha perdido la santidad. Todo se ha convertido en un producto. Entonces tenemos que redescubrir lo que es sagrado, lo que es santo.

AP – Un aspecto muy importante en la vida de la iglesia en América Latina es la liturgia. Muchas iglesias se mueven alrededor de ella, hasta el extremo de convertirla en lo fundamental de su vida, ¿qué les recomendarías a ellas?

BM – Lo primero es que las iglesias deben reconocer que siguen una liturgia, porque muchas aseguran que no es así. La diferencia es que en realidad no lo han escrito. Además resulta valioso revisar de una manera fresca esa hora o dos que permanecemos juntos como pueblo. ¿Qué queremos que la gente practique cuando estamos juntos? Por ejemplo, es necesario establecer la diferencia entre la actividad de una persona que va al gimnasio a realizar un ejercicio o a practicar un deporte y la de aquella que va a un aula y que se sienta, en realidad, nada más que para escuchar. ¿Qué tal si más bien pensáramos en nuestras reuniones de iglesia como un tiempo que destinamos para trabajar, hacer ejercicio? Entonces, en lugar de hablar cómo se debe orar, ¿por qué mejor no oramos, y confesemos nuestros pecados, y oramos por las necesidades del mundo? En mi opinión esta parte de la liturgia es muy importante. Un ejemplo rápido, mientras visitaba una iglesia bautista en Nueva Zelanda, observé que el pastor le agregó un nuevo elemento a la liturgia. Cada semana alguno de los miembros llevaba a la iglesia el periódico, debía compartir un artículo publicado en él y luego lo relacionaban con la Escritura. Posteriormente, el pastor redactaba una oración y guiaba a la congregación a orar por ese asunto en particular. Y yo pensé: ¡Qué buena idea!, pues, en lugar de orar por asuntos generales, debemos dejar que las noticias nos lleven a orar por hechos específicos y cotidianos.

En una u otra manera, considero que nos hemos convertido en vagos. Cantamos muchas canciones, se predica una hora, y así... lo mismo cada semana. Necesitamos lograr, entonces, que la gente tenga una participación activa.

Notas al pie:

(1) McLaren es directivo de la organización Sojourners (sojo.net) y es miembro fundador de la Red Letter Christians, un grupo de comunicadores que buscan profundizar en el diálogo entre fe y vida pública. Sus libros han sido traducidos en varios idiomas, tales como Coreano, Chino, Francés, Sueco, Noruego, Alemán y Español. Él y su esposa Grace son padres de cuatro jóvenes adultos. Ha viajado extensamente por Europa, América Latina y África, y sus intereses personales incluyen: vida silvestre, ecología, pesca deportiva, montañismo, música, arte y literatura. Información adicional puede ser acezada en los sitios www.brianmclaren.net y www.deepshift.org

(2) Ubicada en San José, Costa Rica, la Comunidad PAS (Asociación de los Perdonados para Amar y Servir), fue fundada el 8 de diciembre de 1984. Sustentada en los siguientes valores: Cristo Céntricos, Evangelizadores, Terapéuticos, Adoradores, Tolerantes, Innovadores y Creativos, Comunidad PAS continúa con la visión de no ser una iglesia típica, sino más bien proporcionar a todo el que busca del Señor. Para más información visitar la página web: www.comunidadpas.org.

(3) Es una red cristiana evangélica global que responde a las necesidades de comunidades pobres y oprimidas. Está formada por 300 agencias, ubicadas en setenta y cinco países, que desde el enfoque bíblico proveen ayuda, desarrollo y justicia a las comunidades. Sus objetivos son proveer capacitación a las agencias miembros, promover la misión integral e influenciar al liderazgo para que defiendan los derechos de los que están en desventaja. www.micahnetwork.org

(4) Publicado por Thomas Nelson, ©2007


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