jueves, 16 de octubre de 2008

MUJER, EL MINISTERIO ES TU HERENCIA


Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido” (Hebreos 11:11).

Este verso es muy importante para mi vida; primero, porque Sara, la esposa de Abraham, ha sido un gran ejemplo para mí; el Espíritu Santo me mostró no sólo como vino la multiplicación a través de Abraham sino también a través de Sara. Eva falló a Dios, pero Sara tomó su lugar y creyó al Señor, no miró las circunstancias, fue una mujer de fe. Cuando comencé a leer la Biblia, algo que me impactó fue la vida de esta mujer y el Espíritu Santo me decía: “Siempre que estés en oración tienes que ir a la tienda de Sara y, cuando entres en oración al lugar donde ella vivía, vas a heredar todo lo que Sara poseía. Porque tú has creído en Jesús y toda esa herencia es para ti también. Te daré esos tesoros para ti, tus hijas, tus discípulas”.

Yo comprendí que es muy importante que uno tenga un profundo deseo de que Dios lo use para bendecir a otros. Usted tiene que sentir el deseo de nacer al ministerio. Hay varios nacimientos; el de padres humanos, el de la vida espiritual cuando se acepta a Jesús y cuando se nace al ministerio, como va a suceder ahora en su vida. En usted debe nacer ese deseo que se convierte en una oración intensa, mañana, tarde y noche, una oración que trae agonía, una oración como la de Sara, pues muchas veces antes de nacer al ministerio hay esterilidad.

Nosotras las mujeres nacemos con ese deseo de dar vida; por eso, cuando somos madres es una gran felicidad la que nos llena, por eso el Señor nos dijo que seremos madres de multitudes. En usted hay una nación. Créalo.

Sara vivió un tiempo de vergüenza, pero luego recibió la fuerza para concebir, y usted debe orar por recibir esa misma fuerza; que la sombra del Omnipotente esté con usted como lo hizo con Sara y con María. Para ello, primero, debe entrar al cuarto de la oración y derramar lágrimas, y el Espíritu Santo la escuchará. Al recibir Su fuerza va a concebir en su espíritu. Lo segundo es que usted tiene que ver, si no ve no posee, y debe hacerlo con los ojos de la fe. Mirar sus discípulas, su familia sacerdotal, su nación rendida completamente para Dios.

En tercer lugar tiene que confesar, dar un nombre nuevo a su vida, a su hogar y a su ministerio. El nombre va unido a la naturaleza; por eso el Señor cambió el nombre a Sarai, princesa triste por Sara, princesa de multitudes (Génesis 17:15). Hoy el Señor va a cambiarle el nombre. Dios cambió mi nombre, porque yo era princesa triste pero, cuando entré a la tienda de Sara, vino la gran bendición y la multiplicación.

El Espíritu Santo es el administrador de las riquezas del Padre y del Hijo, y Él me dio esa bendición; todas las mañanas entro a esa tienda y Su Espíritu me da fuerza. He tenido muchos desafíos en mi vida y, antes de cualquier responsabilidad, siento que necesito la fuerza de Dios con Su Palabra. “Mi presencia irá contigo y te dará descanso” (Éxodo 33:14). Entrar en intimidad con Dios nos rejuvenece; donde está la unción, la vejez no puede estar. Entonces, si quiere rejuvenecer, entre al ministerio y vendrá la unción. Cada día es nuevo y por eso el Señor nos cambia el nombre; esto es lo que el Espíritu Santo quiere hacer en su vida.

Mujer, usted tiene una herencia pero no la ha poseído; este es el tiempo en que el Señor revindica el ministerio de la mujer. Él quiere que las mujeres prediquen el Evangelio y les habla a los Pastores para que le den la oportunidad a sus esposas de llevar Su Palabra a las mujeres. Las mujeres necesitan pastoras ungidas, y ésa es usted. El Señor no le abandonará, la unción de Él estará sobre su vida; entre en pacto con Dios y dígale que le servirá a Él con todo el corazón, Dios le protegerá y le dará la sabiduría. En la iglesia, el Espíritu Santo quiere mostrar la genuina pureza y belleza que fluyen del espíritu de la mujer; este es el tiempo de la mujer. El Espíritu Santo nos lleva a tomar estadios de multitudes para las mujeres.

Hoy el Espíritu Santo le cambia el nombre, la hace madre de multitudes. Hoy puede entrar a esa tienda como la de Sara donde ve y posee. Cuando yo lo hice mi vida cambió. Cuando usted entra la tienda de Sara, hereda lo que ella poseía: una gran fe, un esposo que la amaba, rico en bienes, una belleza especial. A través de nuestra confesión, viene la prosperidad a nuestros esposos. Sara cambió la naturaleza de su descendencia; lo que usted diga que serán sus hijos, así crecerán. Esta es su herencia, lo único que quiere el Espíritu Santo es que abra su mano y la tome tal como lo hizo Sara, tome la bendición para su hogar, su matrimonio, su ministerio; desde hoy se verá como pastora de multitudes. El Señor le dará además sanidad. Acepte usted toda esta maravillosa herencia, pues hoy se desata el poder de Dios y la fuerza del Espíritu Santo viene sobre su vida.

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